El Sendero Ibérico Soriano es un itinerario circular que recorre casi en su totalidad la mayor parte de la geografía soriana. Transita por la sierras del contorno norte de la provincia, se alarga hacia el sur siguiendo el curso del río Duero y conecta con las estribaciones del Sistema Central y El Valle del Jalón. Además, llega a las cumbres del Urbión y del Moncayo, alturas mas representativas del Sistema Ibérico soriano.

 

Enlaza a su paso con otros senderos de largo recorrido como el GR 93 “Sierras de la Rioja”, el GR 90 “Sistema Ibérico Zaragozano” y el GR 260 “La Calcenada”, así como con multitud de senderos de pequeño recorrido y otras rutas turísticas existentes en la provincia. Cuenta con un recorrido de 933 km, repartido en 39 etapas, 6 derivaciones, 6 variantes y 1 ramal, con longitudes comprendidas entre los 6 y 27 km. 

 

Es una ruta natural que enlaza una sucesión de caminos, generalmente antiguos, como vías pecuarias, caminos carreteros, caminos vecinales, calzadas romanas, etc. a la vez que nos muestra e Mediante este trazado se pretende sacar del olvido un patrimonio histórico y cultural, como son los caminos, al tiempo que nos muestra a su paso todas las curiosidades de la Provincia. Toda esta gama de caminos configuran diferentes capítulos de la historia de Soria y su cultura. Utilizados desde tiempos inmemorables, algunos de ellos son el mismo camino que ha adoptado diferentes denominaciones según épocas y usos; tal coincidencia encuentra explicación en los condicionantes físicos del terreno. Es probable que muchas de las rutas iniciales que marcaron los herbívoros salvajes en su movimientos estacionales, posteriormente fueron las vías pecuarias adoptadas en la Mesta, después sirvieron a la Carretería, más tarde, en algunos casos, pasaron a ser caminos reales y actualmente son carreteras.

 

Puedes disfrutar de varias etapas en la comarca del alto jalón, y en concreto en nuestro municipio. 

Las carreteras y vías férreas que hoy discurren por el Alto Jalón muestran que se trata de la principal vía de comunicación que conecta El Valle del Ebro aragonés con la Meseta castellana. Su importancia como ruta de paso viene de antiguo, como lo atestigua los restos romanos de Medinaceli, con su arco único de tres vanos, aún hoy visible desde el fondo dEl Valle. Su importancia estratégica se incremento durante la Edad Media, convertida en territorio fronterizo, primero entre cristianos y musulmanes, después entre Castilla y Aragón. 

 

De su pasado rayano son testigos los castillos, de Medinaceli, Somaén, Montuenga y Belimbre. Las tierras del fondo dEl Valle son también muy fértiles, como ejemplifican las huertas del monasterio de Santa María de Huerta, monasterio cisterciense fundado en el siglo XII de gran riqueza arquitectónica. Fuera del fondo dEl Valle, el paisaje se caracterizan por relieves llanos y extensas parameras que superan los 1300 m de altitud. En ellas se alternan extensos sabinares con matorrales almohadillados de aliaga merina, donde anida la alondra de ricotí, y entre ellos cultivos dispersos que delatan los escasos suelos practicables para el arado. Los bosques de sabina albar son formaciones de sumo interés por su escasez en el contexto europeo, siendo el que visitamos uno de los más destacados de la Península Ibérica. Se localizan en este espacio al confluir en él las condiciones apropiadas para el predominio de la sabina: la extrema sequía estival mediterránea y los inviernos largos y muy fríos. Los cursos de agua han excavado en la paramera multitud de barrancos, vaguadas y pequeños cañones donde se deja notar la influencia térmica que asciende desde la depresión del Ebro a través dEl Valle del Jalón. Al resguardo de esta topografía accidentada se encuentran las más extensas formaciones boscosas de encina de la provincia.

 

Los pueblos, algunos ya prácticamente despoblados, se sitúan en los fondos de los valles de algunos ríos y arroyos, edificados con piedra y teja en torno a sus iglesias. Cercanos a ellos restos de castros celtibéricos, poblaciones que como sus descendientes, explotaron las salinas y los filones de hierro existentes.

 

Casi perdidos, entre cultivos, corrales ganaderos, plantaciones de pinos y suelos rocosos de parameras, quedan en la comarca numerosos restos de caminos vecinales antiguos. La mayor parte de ellos atravesaban el páramo y en la actualidad apenas se aprecian sobre el terreno, pues han sido absorbidos por el paisaje y remplazados por otros trazados paralelos marcados por el paso repetido de modernos vehículos todo terreno. Sus trayectorias eran muy rectas, sus anchuras reducidas, lo suficiente para el paso de las caballerías, y estaban deslindados del resto del paisaje por bajos muros de piedra que se han ido derrumbados cerrando e inhabilitando el paso. Sus trazados son un importante legado cultural y arquitectónico de antiguas obras civiles que aprovechamos para reivindicar desde estas líneas.

 


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